Me duele el último cántaro
que me bebí en tu boca.
Me duele tu mano
rozando, rozante...
Me duele el desvelo
de tu jugoso cuerpo.
Me duele el poema
que me robaste al verme.
Me duele la duda
de tu dudosa suerte.
Me duele tu tiempo
entrecruzando el mío.
¡Me duele el duelo doloso
de tu dolor doliente!