“Dejó caer en mi arena sus pies,
dejó saber en mis labios su sed…”
Perro zompopo
Y la voz anhelada
que murmura la roca,
fue otra inmensa caricia
hecha mar desde adentro.
Ese rostro esperando
que supiera a deseo,
esa luna hecha río,
esa andanza del cuerpo.
Y tus manos morían
justo entrando al destierro,
y cruzabas de pronto
otro adiós casi fuego.
Yo te amaba despacio
como un lento argumento,
devorando las dudas
tan rendidas, hirviendo.
Y la hoja caía
traspasando la curva
que sostenían mis pechos.
Y la trampa desnuda
se hizo noche, de nuevo…
Carolina Ángeles
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